martes, 29 de noviembre de 2011

Lo frágil de la locura....

La locura es frágil, la locura es simple. Ser loco es más fácil, más divertido, más versátil. La locura te da infinitas posibilidades, te da infinitas reacciones, con ella no necesitas de los demás pues los demás siempre están contigo.

Intento ser un demente porque la cordura me enferma, las posturas correctas y las respuestas cantadas para satisfacer lo que otros buscan de mí, me hacen indigno y me hacen infiel a mí mismo, a mis creencias y a mis pasiones.

La locura es sincera, libre y sin parámetros. La locura no conoce de cárcel ni de recipiente que se adecue a su forma. La locura brilla en la oscuridad y se opaca en la claridad, va en contra de su entorno, nada río arriba.

Con la insania de mi lado puedo verte en cualquier momento, puedo hablarte y escucharte, decirte cosas que no diría en realidad pues  no preveo las consecuencias cuando estoy sometido a ella. Bajo los efectos de esta enfermedad suicida todas mis defensas bajan a su mínima expresión, la sinceridad domina mis palabras pero a la vez cualquier palabra por más mínima que sea su implicancia me puede destruir desde adentro, pero soy libre, soy autentico.

En el eje de esa locura intento tenerte muy cerca, intento retenerte cuando te desvaneces, cuando todos esos miedos invaden el infinito de mi mente.  Cuando todos los fragmentos de la memoria deciden repartirse desordenadamente, es ahí cuando los manotazos de ahogado aparecen para intentar retenerte.

En mis pupilas vacías las pinturas de tu cuerpo se dibujan entrecortadas. En mis oídos desvalidos, las canciones infinitas armadas con las notas de tu voz retumban como el rugir del león en el descampado africano. Esta fragilidad de la locura, esta relación dependiente con la cordura, esta muerte viviente, esta vida agonizante, este dolor punzante, esta soledad autentica, esta compañía falaz, estas lágrimas secas, estas sonrisas inundadas.

Si el mundo sigue girando y yo aun puedo despertar, si el infinito sigue mirando y las cascadas aun mantienen su caudal, yo no he de morir en la locura y la locura no ha de morir en mi pues en ella me reinventó y gracias a ella me convenzo que de locuras y de corduras vale la pena vivir.

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