lunes, 21 de noviembre de 2011

A la eterna rival....

Perder, ¿Qué es perder? Es no saber en donde esta algo que queremos o es saber que esta donde no lo encontraremos más? ¿Es ambas cosas?, y ¿por qué perder algo molesta? Porque sentimos una pena al saber a algo o a alguien perdido. Actuamos en perfección al querer tanto y al apegarnos o es una muestra más de lo defectuosa de nuestra naturaleza humana, el apego. Es acaso un efecto de creernos el cuento de que somos imagen y semejanza del creador y de que por tanto nos pertenece parte de la creación y más aun parte de la creación que nos rodea y nos acompaña? No termino de entender esta situación tan ambigua porque el entendimiento es algo que demora, pero a la vez tampoco termino de sentir el dolor provocado porque el sentimiento es algo instantáneo y eterno a la vez.

Ayer me encontré en una de esas ceremonias a la que tan acostumbrado me ha tenido el último año, una de esas en que las personas despiden a un ser querido. Lo despiden de este mundo y se “alegran” por su llegada al mundo prometido. Y pongo alegran entre comillas porque quien se alegre al 100% con pureza, sin tribulaciones ni sentimientos encontrados pues entonces tal vez si esta hecho más a semejanza del creador de lo que cree. Volví a ser obligado a presenciar el momento difícil, el momento del desapego, el momento de la separación, garrafal y súbito como quien te arranca un esparadrapo lleno de cera de algún lugar del cuerpo, como quien sin aviso y sin contemplaciones te inserta la jeringa en la vena sin siquiera contar hasta 3. La verdad yo no conocía al señor al que le toco partir, era el padre de un amigo de mi padre. Pero a pesar de no conocerlo, al momento de las despedidas de sus familiares y seres amados no pude soportar más y me quebré. Y entonces confirmé como lo reflexione en el entierro de Andreí, que no hay dolor más fuerte, más punzante, más hiriente y más contagioso que él que siente un padre que pierde un hijo o un hijo que pierde un padre. Supongo que porque o se pierde una parte que fue de uno o se pierde la fuente de la vida y aquel lazo debe ser más fuerte que cualquier cosa en este universo. De aquella ruptura nacen palabras de la boca tan cargadas de dolor, quejidos tan punzantes e intensos como un bebe que llora incansable y inconsolablemente porque se siente abandonado y desprotegido. Probablemente sea una de las pocas veces en las que el alma en verdad llora.

No pude soportarlo, él sentimiento que no era mío se apodero de mí, me invadió, me contagió, y desde adentro hacia afuera no solo hizo que sintiera en parte (una muy pequeña asumo) y aún asi terriblemente intenso, el dolor de aquella partida sino que también reviviera los dolores de las otras que me tocaron. Tal vez más que de dolor lloré de cólera, cólera por no poder hacer nada para remediar la manera en que el mundo, el universo funciona. De no poder erradicar a aquella agente encubierta por un manto sobrenatural que apaga toda luz y toda esperanza. De no poder devolver el tiempo pero estando enterado de sus visitas para esperarla preparado e intentar pelear por lo que considero en mi máxima estupidez, es mío. Pero, también escuche en aquellas despedidas muchos “Perdóname por aquella vez que…” o “Gracias por…” y decidí que no quiero que me llegue el último segundo sin haberle dicho a las personas que amo cuanto las amo y porqué, sin haberle pedido perdón a la gente a la que dañe con alevosía o con ignorancia de mis actos y sus consecuencias o sin haberle agradecido a quienes hicieron algo por mí con sus acciones, palabras o con simplemente su presencia en mi vida.

Si abrí este blog para hablar de la vida, no podría describirla completamente sin describir y hablar también de su némesis, de su contraparte perfecta.  Tu, mi eterna rival. Enemiga de la vida y del apego. ¿Quién te creo y con qué afán? Sinceramente no entiendo porque destruir lo que se siembra con tanto amor, lo que se riega con tanta dedicación y se cosecha con tanta esperanza. Aborrezco el día en que por primera vez decidiste seguir tu destino fatal, impartiendo dolor en cada uno de tus actos, dejando desolación por donde fuera que caminases.

Exijo que me digas donde es que secuestras esas almas, donde es que te guardas los sueños inconclusos y las ilusiones rotas. Exijo que me devuelvas lo que me quitaste, sin preguntar, sin pedir permiso, sin siquiera mandar un aviso. Cuéntame que ilógico algoritmo corres en tu cabeza, si es que la tienes, que te devuelve como resultado él cómo, él cuando y él donde. O eres más cruel de lo que pienso y eliges arbitrariamente? Te detienes un momento a pensar y como quien decide que quiere comer de postre eliges a tu siguiente visitado. Ya estoy cansado de ver todo lo que dejas atrás, sería estúpido pensar que conoces el remordimiento o que tienes conciencia.

Estoy harto de escuchar a la gente decir que eres natural. Que de natural puede tener oponerse de esa manera a la felicidad, a los sueños, a la continuidad? Solo te puedo decir que cuando vengas a visitarme no te la voy a poner tan fácil, tengo cosas por las que irme contigo se hace la elección que yo no haría. Tengo personas a las que no dejaría, sueños que valen la pena vivirlos 1000 años. Es probable que pierda contra ti, muy pocos te han ganado y los que lo han hecho solo han sido unos cuantos Rounds. Pero esperar a que vengas e irme voluntariamente bajo tu palabra sería renunciar a todas mis convicciones y deseos, y si es que me conoces sabrás que no renunció a nada. Te aborrezco y te aborreceré siempre ya sea porque conozco quien eres en verdad o porque lo ignoro completamente, si es así pues alguien debería darse el trabajo de explicarme que aquel trabajo no es el que elegiste por voluntad propia, que tu libre albedrio fue vulnerado y eres un esclavo más de un sistema al que tampoco sabes cómo llegaste. Sino pues en lo correcto están mis sentimientos, tal vez no mi entendimiento pero entonces tal vez te entienda cuando te vea cara a cara y digas mi nombre.


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