jueves, 15 de diciembre de 2011

Despues del infierno....

Hoy voy caminando otra vez en el viento, en las aguas, en la tierra en todos los elementos.
Renazco de las cenizas en donde me dejó aquel fuego hirviente, pero las cicatrices no se van. Abro los ojos, respiro nuevamente, aire fresco, aire limpio, pero las cicatrices no se van.
 
Me muevo lentamente, estiro mis músculos, miro a mi alrededor, pero el miedo no se va.
Sonrió como una mueca, como un gesto disforzado, la confianza quiere llevarme, pero el miedo no se va. Reviso en el fondo de mi alma, en los planos más escondidos y sigue ahí todo el dolor, toda la mierda. Cuánto daño hacen las palabras, cuanta desolación dejan las promesas rotas, las mentiras calculadas.
 
No se trata de las defensas que regale, no se trata de las armas que entregué en mi capitulación.
Se trata de aquel juego inhumano, en el que una apariencia pesa más que una verdad.
Se trata de la irresponsabilidad de la persona que dispara la bala, de la cobardía o incapacidad de aceptar un error. Se trata de aquella ligereza asesina de los juramentos eternos en donde la eternidad dura lo que duran los encuentros. En donde el amor y la pasión no se diferencian, y en su intempestad se llevan a todo a su paso.

No se trata de lo que dije o hice mal, no se trata de mis errores o mis omisiones. Se trata de la frivolidad de un mundo donde la humildad no encaja, donde la posición y el dinero mandan. Se trata de la falsa moral, la falsa fe y las falsas oraciones, de la hipocresía hasta con Dios. Se trata de las ganas de dañar, del desquite del destino, de cobrarse con alguien más lo que la vida te hace.

Quien te prometa que jamás te hará daño, es quien más daño te hará porque quien no tenga intenciones de hacerte daño no necesita de promesas ni juramentos para probártelo ni para convencerse de aquello, necesita de sus acciones que deberian evitar las heridas del alma. Las heridas del alma indudablemente son incurables, no dejan nunca de sangrar ni de filtrar la materia del dolor, la frustración o la pena.  La profundidad y el daño de una traición es proporcional a cuanto querías o amabas a la persona que lo hace.

Y las cicatrices no se van, y el miedo no se va, y las decisiones por mucho que duelan se tienen que respetar porque la vida se reduce a eso, a las decisiones que tomas y en como estas afectan el futuro y el de las personas que caminan a tu lado y en cuanto bien o cuanto daño hacen esas decisiones. Y mi decisión es seguir adelante, porque si el miedo sigue aquí y las cicatrices no se borran, la esperanza tampoco, MI esperanza tampoco.





Esta canción siempre me levanta el animo y me devuelve un poco la esperanza. Funca.

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