domingo, 16 de octubre de 2011

Vive Eterno, Sonríe Eterno....

Faltando pocos minutos para las 00:00 del 17 de octubre, siento hermano –Jesús Andreí Sarmiento Mendez- la necesidad irreparable de escribirte estas líneas que jamás te escribí, que siempre pensé pero jamás plasme porque tal vez hasta ahora no junto las fuerzas para despedirme de ti. Y despedirme es un acto figurativo porque en realidad no hay despedida que hacer hoy ni nunca ya que sigues en mis recuerdos y en mi corazón de forma permanente.

Estos 365 días han sido extraños, han sido difíciles, han sido ir a ciegas muchas veces. Pero siempre he pensado en que me acompañas y en que me proteges como me protegías cuando estabas en este mundo. Siempre te admire porque eras un gran hijo, una persona desinteresada, alguien con un gran corazón, con metas claras, un gran hermano mayor y el mejor de los amigos. Nunca te lo dije en persona pero siempre admire la carrera que elegiste vivir, siempre me sentía orgulloso cuando decía que mi mejor amigo era un cadete FAP y luego un oficial FAP.

Te tengo que agradecer por todos los momentos que pasamos juntos. Por todos los fines de semana en tu jato con los hermanos, por todas las noches tomando cerveza y escuchando mis penas y alegrías y compartiéndome las tuyas. Gracias infinitas por dejarme entrar y ser parte de tu familia y que ellos me puedan considerar de la misma forma. Sabes que quiero a mis tíos y los veo como unos segundos padres. Cuídalos mucho dentro de todas tus posibilidades pero no te preocupes porque los hermanos y yo siempre estaremos cuidando de ellos.

Este día me cruza los sentimientos de una manera que ni yo mismo puedo graficar bien. Porque me entristece recordar y realizar que aquel día tu vida tuvo que terminar de la manera más abrupta, inexplicable y antinatural del mundo, pero a la vez me obliga a celebrar de la manera más festiva lo que fue tu vida y lo que fue mi vida en esos 16 años de amistad gracias a la tuya. Creo que tú y yo nos hicimos amigos porque a pesar de que por fuera y en muchas ocasiones parecíamos venir de mundos distintos, en esencia éramos iguales porque, solo para citar un ejemplo, a pesar de que siempre te querías hacer el fuerte y el indolente cuando veías que por una pena de “amor” me ponía mal y me decías “Carajo,  huevon vive la vida y no te compliques por las huevas” cuando te sucedía algo similar eras exactamente igual de “huevon” y te entregabas al 100% y querías y amabas y sufrías de la misma manera y te puteaba igual que tú a mí pero te entendía de la misma manera y te apoyaba con una sonrisa como tú siempre lo hiciste conmigo.

Es corto lo que tengo que decir, tal vez basta con un gracias, con un te extraño, con un te quiero, con un te admiro. Pero es corta también tu ausencia cuando cierro los ojos y puedo recordar tu voz y como se escuchaba cuando me decías “hermano…ulón… ¿Cómo estás?”. Espero oír esas palabras de nuevo algún día tal vez lejano o tal vez cercano cuando mi paso por este mundo acabe. Guárdanos un sitio a los hermanos porque iremos a buscarte definitivamente. Eres mi hermano en esta vida, y en las que vengan después. Y te voy a extrañar siempre así como estos primeros 365 días lamentando tu muerte pero celebrando tu vida. Vive eterno hermano, Sonríe eterno hermano. 

PD: Ahí te dejo esta canción del gran Paul, que le escribió a John cuando partió como tú lo hiciste. Muchas de las cosas de la canción son cosas que te diría o que me dirías, lo sé. Prometo cantártela algún día como se debe.



No hay comentarios:

Publicar un comentario