Amor:
En todo hay
una especie de vacío, de falta, de pendiente. Y de ese vacío nacen todos los
miedos, de ese espacio ansioso de ser llenado nacen todos los vicios, las
pobrezas, las manías y las fobias.
Pienso en
todos mis vacíos, en todo lo que hace falta ser llenado, en todo lo que sigue
pendiendo del hilo del tiempo, atado a un reloj de arena que parece
interminable y que en su progresar se siente tortuoso.
Encuentro
todos ellos, y también encuentro algunos vacíos que ya no son, algunos vacíos
que fueron. Y hoy completos, sellados; encuentro tu sello, tu estampa, tu
esencia.
Y la paz
que da tu sello es contagiosa, se esparce. Y en ella, recuerdo como una especie
de terapia como me veía yo envuelto en esas faltas, cual era mi montaje
peculiar, mi drama y mi exposición. Y me genero lastima. Y me genero alegría.
En tiempos
pasados jugué todas mis cartas, y en aquellas apuestas perdí todo lo que se podía
perder. Pero a pesar de haber quedado muchas veces en deudas, lo que hoy gané
contigo es permanente, eterno, imperecedero.
Gané el
saberme afortunado. Gané el no sentir más soledad a pesar de muchas veces estar
solo. Gané el aprender a extrañar tu cuerpo a mi lado. Gané tu presencia y tu
ausencia. Gané los infalibles mensajes de buenos días y buenas noches. Gane los
buenos días a tu lado y las malas noches sin ti.
Si alguien antes
que todo esto empiece me hubiera dicho que serías tu quien hiciera dominante la
calma, sencillamente no le hubiera creído, o me hubiera reído con un tono
burlón, de esos que a ti te sacan de tus cabales, tú ya me conoces. Pero la
vida, audaz como ella sola, supo una vez más enseñarme que nada está
verdaderamente escrito y que incluso estando escrito, uno no puede dar nada por
seguro sino hasta que suceda.
Y yo
trabajo todos los días para eso, para no darte por segura. Trabajo para no
creer que porque hice un par de cosas bien ya merezco el paraíso. Para ignorar
el hecho de que estas frente mío y me miras como siempre quise que alguien me
mirara, como si en la felicidad uno se pudiera extraviar y en ese extravío
realmente encontrarse. Y no me malentiendas, no lo hago por querer desconfiar
de tu amor, que es lo único en lo que verdaderamente
sé que puedo confiar. Lo hago para que esa incertidumbre inducida, actúe como
un perfecto sabotaje para el andar apesadumbrado que la seguridad le da a la vida.
Lo hago para que el sabor agridulce que le da el vilo a los días no permita
nunca que saboree el trago amargo de la rutina. Y para que esa rutina nunca le
apunte a esa ilusión casi de fábula que sostienes, en la que el amor verdadero
existe, lo encuentras una vez, nunca se acaba, nunca falla, nunca claudica,
nunca se aburre, nunca envejece, y dura si nuestras voluntades así lo conjuran,
para siempre, para que así sigas sucediendo en mi historia sin que tenga que
existir realmente un final.
Feliz 26, Felices 28
meses a tu lado, mi amor. Tú eres toda mi calma y mi felicidad, espero
verdaderamente para siempre.
PD: No importa si en el camino nos perdemos la pista, porque se que al final te vere (aunque falle la vista)